A casi dos años de la catarsis de la mayor crisis sanitaria mundial de los últimos tiempos, sigue pareciendo oportuno comentar las consecuencias que, en algunos momentos, hemos comenzado a obviar. Se ha comentado ya en pequeña y gran escala, desde la localización en las ciudades hasta en los informes de los más grandes organismos internacionales, la dualidad de las consecuencias COVID-19.

El marcador pos-pandemia (aún en pandemia) es tanto positivo como negativo según quién lo comente y a qué se refiera. 

En el espectro de la Agenda 2030 y los ODS se repite esta conclusión. Las consecuencias de la pandemia han representado, casi en partes iguales, una amenaza para el cumplimiento de algunos de los objetivos, sobre todo los relacionados con la salud, la economía y la desigualdad, y una oportunidad de potenciar acciones para alcanzar algunos otros entre los que destacan sin chistar los objetivos climáticos. 

Aunque esta dualidad ha sido ya ampliamente comentada, y así lo citaré en esta opinión plasmada en texto, buscaré hacer un repaso primero de las amenazas, luego de las oportunidades, y finalmente de lo que me parece más relevante y menos obvio; fuera de las consecuencias claras y ya comentadas, urge poner el foco en los impactos indirectos que estas amenazas y oportunidades representan en el lienzo de los ODS. 

Amenazas

En el cuadro de las amenazas ‘directas’, podríamos enlistar los ODS 1, ODS 2, ODS 3, ODS 4, ODS 5, ODS 6, ODS 7, ODS 8 y ODS 10. Destaco la palabra ‘directas’, porque el que algún ODS se quede fuera de este listado (o del que vendrá posteriormente), no le exime de recibir los efectos amenazantes de la pandemia de alguna forma tangencial.  

En lo relacionado a la prosperidad y la economía, el COVID y el parón en el empleo sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, los personas autónomas y las jornaleras, han provocado pérdidas de ingresos que llevan a los segmentos vulnerables de la sociedad a sumirse en la pobreza, y a desajustes en las tasas de desempleo y a la tan sonada temporalidad laboral. 

La desaceleración económica y las interrupciones de la cadena de suministro que detienen la industria manufacturera y llevan a la caída de los precios de las materias primas aumentan las desigualdades entre grupos poblacionales; amenaza directa para los ODS 5 y 10.

Ello resulta especialmente preocupante en las economías en desarrollo, donde se han debilitado aún más los cuadros macroeconómicos ya frágiles, acompañados de condiciones de higiene y saneamiento y medidas de distanciamiento, educación remota y acceso a programas y servicios sociales y sanitarios de difícil aplicación. 

La interrupción en la cadena de suministro representa también una amenaza directa en la provisión de servicios básicos. La producción de alimentos se ve interrumpida (recordemos el párrafo anterior referente a las jornaleras) al igual que la distribución de agua tanto para el riego como agua limpia, uno de los principales recursos para combatir la propagación del virus. El suministro energético se ve ralentizado por la falta de personal, afectando, una vez más, a los grupos poblacionales más vulnerables que habitan en zonas marginales (recordemos el párrafo anterior sobre el incremento en las desigualdades). 

De la catarsis a la oportunidad

Aún con esta fotografía negativa, es innegable que toda catarsis representa una gran oportunidad para hacer las cosas de otro modo. La pandemia ha llevado a una coyuntura que agradece, más que nunca, la existencia de unas pautas esperanzadoras que involucren a cada individuo de todo el planeta. Se ha dicho ya en el Pacto Mundial: “nos encontramos ante una crisis económica y sanitaria que marcará un punto de inflexión para la Agenda 2030. De nosotros depende dirigir nuestros esfuerzos para que sea un repunte hacia el mundo que queremos o un punto de no retorno” (1).

Así, además de replantear las políticas encaminadas a contrarrestar la pandemia como amenaza directa, se puede empezar por aprovechar para potenciar las políticas destinadas a aquellas áreas en las que la pandemia ha servido de empuje. En concreto (y teniendo en mente siempre la entrecomillada ‘directa’), diría que los ODS para los que la pandemia ha representado sin duda una oportunidad son los ODS 4, ODS 6, ODS 7, ODS 8, ODS 9, ODS 11, ODS 12, ODS 13, ODS 14, ODS 15, ODS 16, ODS 17. Casi todos; ahí lo esperanzador. 

Las 3P’s

Si vamos P por P de las 3P’s del desarrollo sostenible (Personas, Planeta y Prosperidad), empezando por Personas, agruparíamos de esa lista los ODS 4, ODS 8, ODS 16 y ODS 17 (el último siempre transversal). En este grupo, yo resumiría las oportunidades de la pandemia como la digitalización y accesibilidad del todo. La educación remota, aunque por sí misma en el contexto actual tiene todo para agrandar las brechas de la desigualdad, puede contrarrestar la amenaza que representa la COVID-19 en el absentismo escolar por miedo al contagio. Aprovechar las TICs y la conectividad global puede representar una vía para alcanzar la alfabetización y escolarización de todas las personas en todo el mundo.

El teletrabajo, en los sectores en los que no sea contraproducente y en una medida razonable, puede incrementar no sólo la productividad laboral sino el bien-estar de las personas (sin olvidar el colateral positivo que este puede tener en el medio ambiente). La digitalización de los servicios ciudadanos e institucionales, potencialmente incrementa la participación, la transparencia y la rendición de cuentas, llevando el concepto de gobierno abierto a aquellas personas siempre conectadas y a las que, gracias a la modernización que mencionaré más adelante, se empiezan a conectar. Y como se ve, ninguna de estas ‘positividades’ son posibles sin alguna condicionante, que sólo se cumplirá mediante la colaboración de todas las partes. 

En la P de Prosperidad, donde situaría los ODS 8, ODS 9, y ODS 17 (el último siempre transversal), las oportunidades de la pandemia recaen en la innovación y modernización de las infraestructuras que permitan, entre otras claves, el incremento en la productividad y la diversificación económica. La colaboración para la investigación científica y tecnológica representa oportunidades de apertura en el mercado laboral, que en tiempos de recuperación es clave para el crecimiento económico sostenido. Además, conectando con las Personas, la modernización de las infraestructuras conlleva una ampliación de la conectividad urbana y rural, acercando las TICs a la población, exponenciando el gobierno abierto y disminuyendo una parte de las desigualdades. 

En cuanto al Planeta, resulta interesante la oportunidad que ha traído la interrupción en la producción y distribución de productos y servicios, en contraste con lo amenazante que esta ha sido para la prosperidad y las personas. Los valores actuales frente a los pre pandemia en ODS como el 11, 13 o 15 resultan alentadores para aprovechar la coyuntura y potenciar el compromiso contra el cambio climático.

La generación de programas y políticas climáticas, más las oportunidades para la prosperidad y las personas se incentivan en la gran movilización de fondos e iniciativas europeas como el Plan de Recuperación Europea del que derivan los NextGeneration, destinados a que las ciudades juntas lleven a una Europa más ecológica, más digital y más resiliente (2).

De los 2,018 billones de euros dispuestos para el Plan, más del 50 % estará destinado a la modernización, por ejemplo, mediante investigación e innovación, a través de Horizonte Europa y las Misiones Europeas (3) y las transiciones climáticas y digitales justas. Además se contemplan integralmente aspectos como la modernización de políticas tradicionales agrícolas, la lucha contra el cambio climático, o la protección de la biodiversidad y la igualdad de género. 

Impactos indirectos: lo fundamental

Para aplicar a estos fondos y localizarlos correctamente en las acciones a implementar post-COVID, se vuelve vital el tercer punto que quisiera poner sobre el escrito: la urgencia de destacar los impactos indirectos que la pandemia como oportunidad representa en el lienzo de los ODS.

Las obviedades ya repasadas en este artículo, en ocasiones, podrían llevar la atención a la elaboración e implementación de políticas dirigidas a lo obvio, dejando de lado los efectos colaterales que una acción o política orientada a un ODS catalizador pueden tener.

Con un poco de trabajo, se pueden identificar las causalidades ya existentes entre cierta meta ODS con otra, para potenciar o mitigar, y enfocar la designación de fondos en aquellas actuaciones, políticas o áreas que tengan un poder catalizador más amplio para generar sinergias positivas entre la mayor cantidad de metas ODS. 

Más allá de lo que ya creemos saber sobre lo bueno y lo malo post-pandemia (todavía en pandemia), sitúo la pandemia en un espectro esperanzador,  rescatando la OPORTUNIDAD (en mayúsculas) que ella representa. Con la emergencia de los nuevos incentivos habrá que aprender sobre la marcha, en colaboración, como lo hemos hecho hasta ahora. Y en esa marcha, hay que obviar lo menos posible.

Toda acción tiene una reacción, y en el lienzo de los ODS, las reacciones pueden ser no tan evidentes; quizás más tangenciales, más bien indirectas, y se pueden calcular. 

1. https://www.pactomundial.org/noticia/los-efectos-de-la-covid-19-en-los-objetivos-de-desarrollo-sostenible/
2. https://ec.europa.eu/info/strategy/recovery-plan-europe_es#introduccin
3. https://www.horizonteeuropa.es/misiones